Invasión

Tenía uno de esos tantos sueños que suelo tener, de esos en los que tengo lo que quiero, de los que nunca comento por más sustancias narcóticas que tenga en el cuerpo, cuando de pronto escuché el melodioso y rutinario: "Mauro, ya!". Era hora de despertarse... o al menos de despertarme.
Luego de varios gruñidos y algunos giros en la cama, me levanté. Y fue cuando se pronunciaron esas 2 palabras que he aprendido a odiar de a pocos: "Viene hoy". Sólo atiné a fruncir el ceño, levantarme y contar los días para recuperar mi espacio.
Pasaron 2 días sin novedades, parecía que el tercero se iba sin problemas. Ese día me levanté, me di una ducha, un desayuno rápido y salí presuroso a lo mismo de siempre: "Hemm... buenas, ¿Está el director de la instutición educativa?" (Por lo general recibo respuestas negativas, pero ese es otro tema)
Luego de sufrir la ira del sol, los cerros, unos cuantos choros (Maleantes, rateros, ladrones) y el pasaje de luca china; pude llegar a mi casa, tan sólo para darme con la sorpresa de que mis cosas habían sido extraídas (más bien purgadas) de mi cuarto; en menos de 6 horas, 3 colegios en Carabayllo y un Cifrut, había pasado de prestar un cuarto a no tener ninguno.
De tener una cama de plaza... y algo, una computadora vieja que aún no arreglo, una caja con quién sabe qué, un mueble largo y otro cuadrado sin ningún sex appeal; pasó a tener una cama de 2 plazas y más espacio. Sólo sobrevivieron (convenientemente) mi ropero (del cuál sólo puedo usar 2 cajones) y el librero (poco trascendente, ya que no leo), sin dejar de lado la repartición de muñecos de pokemon que recolecté en mi exageradamente prolongada pubertad.
¿Existirá alguien que escuche mis lamentos?